Antitensegridad. Una perspectiva funcional del cuerpo humano.

 Debemos entender que los seres humanos somos, entre varios factores, por lo que podemos movernos. Es nuestro hacer que nos distingue, y ese hacer se produce a partir de la variabilidad de movimientos. Y el movimiento no es sólo la parscinemática, lo que vemos, hay muchos micro fenómenos que participan de nuestro movimiento. Hay muchas cosas que se mueven mientras estamos quietos y muchas más mientras nos movemos, y si se frena el movimiento esa energía cinética debe transformarse en más movimiento. O alguna estructura debe absorberla y los tejidos entran en crisis.

Hay cosas que se benefician de la crisis. Lo que no es necesariamente sano o positivo. Nuestro tratamiento debe dirigirse de alguna manera a producir cambios a nivel celular, generar crisis tisular. Los sistemas complejos se debilitan y hasta mueren si se ven privados de estresores, de estímulos que los pongan en situación de crisis.

Entender los mecanismos de la antitensegridad nos permite elaborar una guía general y sistemática para una toma de decisiones no predictiva frente a la incertidumbre en la vida: allí donde predomine lo desconocido, en cualquier situación donde haya azar, incertidumbre, opacidad o una comprensión incompleta de las cosas. Creo que va a pasar esto, pero puede pasar esto otro. Entonces las indicaciones deben llevar una dosis de probabilidad de que ocurra lo inesperado y la persona sepa cómo seguir. Y así no interrumpe el proceso de recuperación hasta la próxima visita.

La energía cinética tiende a mover alguna estructura de nuestro cuerpo, si no lo logra, debe moverse alguna otra a distancia variable, sino esa energía se absorbe en alguna parte del cuerpo, o solicita acciones musculares compensatorias peligrosas. Los animales estamos diseñados para la movilidad y partes del cuerpo tenderán a moverse solas si no las movemos. Necesitamos de la tensegridad para desarrollar la antitensegridad. La tensegridad permite el apoyo que lleva a la seguridad para lograr el movimiento y la fluencia de la energía cinética. Podríamos pensar en la antitensegridad entonces como las estructuras por las que fluye la energía cinética.

Todo lo que salga más beneficiado que perjudicado de sucesos aleatorios (o de ciertas crisis) será antitensegridad, movimiento, en caso contrario, será tensegridad. Lo antitensegril puede pasar a ser tensegril, pero puede ser disfuncional también. La complementariedad entre ellos es fundamental. Esto ocurre, entre otras variables, gracias a la eficiencia de la neurona, de la sinapsis y de todo el centro integrador. Y así se desarrolla la mente que conoce de placeres. Pero también, la mente, convierte la historia en algo uniforme y lineal y hace que subestimemos el azar. Hemos fragilizado todo eliminando el azar y la volatilidad. Y de repente y sin avisar, un chasquido articular. Cuanto más raro es un suceso, menos se presta al cálculo y menos podemos determinar la frecuencia de su aparición.

La antitensegridad se beneficia de los errores de la organización motora. La principal regla ética es: no gozarás de antitensegridad a costa de la tensegridad de otra parte del cuerpo. Es la esencia de las compensaciones. No es el vale todo. Si debes fijar otra parte del cuerpo tendrás consecuencias funcionales inevitables. La antitensegridad del cuerpo humano debe desarrollarse y estar lista para entrar en acción. Para esto es importante la movilidad, la flexibilidad y la variabilidad motriz, para lo que pueden colaborar los movimientos paralelos y laterales.

Nosotros nos dedicamos a refinar nuestra comprensión de lo ordinario creando modelos, teorías o representaciones que no sirven para contemplar esos sucesos ni medir la posibilidad de que ocurran. Los sistemas complejos abundan en interdependencias – difíciles de detectar – y en respuestas no lineales. Los seres humanos somos sistemas complejos. Y nos educaron en forma analítica y poco global, incluso sin considerar las emociones, el entorno y el espacio. Es difícil saber cómo funcionan las cosas mirando las partes sueltas.

Un suceso aleatorio es eso, aleatorio. No anuncia su llegada con anticipación permitiendo que el organismo se prepare para afrontarlo. El riesgo, sobre todo asociado a sucesos raros, no es mensurable. El sistema nervioso es un gran predictor y maneja a disponibilidad sin límites muchos posibles futuros. La ciencia suma predicciones a esa base biológica. Pero sobrevalorar el conocimiento científico nos da quietud, nos quita creatividad, desprecia la antitensegridad.

Las complicaciones conducen a cadenas multiplicativas de efectos imprevistos. Generalmente causadas por esa tensión que busca expansión y movimiento. Entonces es cuando se pone en funcionamiento la llamada familia del desorden: Incertidumbre, variabilidad, conocimiento incompleto, azar, caos, volatilidad, desorden, entropía, tiempo, lo desconocido, aleatoriedad, alteración, estresor, error, dispersión de resultados, desconocimiento.

Cuanto más tiempo, más sucesos, más desorden. Por eso hay que evitar los analgésicos, tapan la realidad y el tiempo pasa y el cuerpo aumenta el caos disfuncional y las compensaciones perjudiciales. El hecho de que nuestros sistemas formales de pensamiento menosprecien lo natural, de que, como es el caso, no tengamos un nombre para la antitensegridad, y de que nos opongamos a este concepto cada vez que usamos el cerebro, no significa que no esté presente en nuestros actos. Nuestras percepciones e intuiciones, expresadas en nuestros actos, pueden ser mejores que lo que sabemos y clasificamos, lo que analizamos con palabras y lo que enseñamos.

Una vez hemos realizado el esfuerzo de superar nuestra dependencia del ámbito, el fenómeno de la sobre compensación nos aparece por todas partes. No deja de ser desconcertante que lo que más nos ha beneficiado no sean las que han intentado optimizar nuestros movimientos, sino las que más han intentado perjudicarnos en vano.

Nuestro cuerpo no obtiene información sobre el entorno por medio del sistema lógico, la inteligencia o la capacidad de razonar y calcular, sino por medio del estrés y de las hormonas u otros mensajeros que aún están por descubrir. Nuestro cuerpo es un sistema complejo y hablar de los sistemas complejos equivale, básicamente, a hablar de información.

A nuestro alrededor hay muchas más fuentes de información de las que vemos: se llama opacidad causal, porque es difícil ver la flecha que relacionar causa y consecuencia. Esta opacidad hace que la lógica habitual y una gran parte de los métodos convencionales de análisis sean inaplicables, y también se debe a ella la baja previsibilidad de unos sucesos concretos. Debido a la no linealidad de los sistemas complejos necesitamos más visibilidad que en el caso de los sistemas normales, pero resulta que nos topamos con esta opacidad. La mente lineal no es dada a los matices y reduce la información a la dualidad perjudicial o favorable.

En gran medida también ocurre lo contrario: la pérdida de densidad ósea y la degradación de los huesos causa envejecimiento, diabetes y, en los varones, pérdida de fertilidad y de función sexual. En un sistema complejo no podemos limitarnos a aislar una sola relación causal. Privar de estresores a sistemas antitensegriles ávidos de ellos da lugar a una gran tensegridad.

Nuestras antitensegridades están sujetas a condiciones y la frecuencia de los estresores tiene bastante importancia. Los seres humanos tendemos a afrontar mejor los estresores agudos que los crónicos, sobre todo cuando los primeros van seguidos de tiempo de sobra para la recuperación permitiendo que los estresores lleven a cabo su función de mensajeros.

Dicen los neurobiólogos que la primera clase de estresor (un susto) es necesaria para la salud y que la segunda (mala relación con el jefe en el trabajo) es perjudicial. Depende del tiempo que hay para recuperarse.

No sólo no entendemos los estresores y les tenemos aversión, sino que también cometemos crímenes contra la vida y los seres vivos, la ciencia y la sabiduría con tal de eliminar la volatilidad y la variación. Debe entrar en juego la intuición.

Para lo no orgánico, lo no complejo, como un objeto sobre la mesa, el equilibrio se da en un estado de inercia. Así pues, para algo orgánico, el equilibrio solo se da con la muerte. La naturaleza no considera que los individuos sean muy útiles cuando han agotado su capacidad de reproducción. De todas formas, también hay un intercambio energético en el sistema global. Si estamos vivos, hay algo en lo profundo de nuestra alma que anhela cierta medida de aleatoriedad y desorden. Si pudiera predecir exactamente cómo me va a ir el día, me sentiría un poco muerto. La evolución no está al servicio de una especie, sino al servicio de toda la naturaleza. La evolución se beneficia de la aleatoriedad por dos vías distintas: mutaciones y el entorno.

Cuando una persona es rígida, con gran desarrollo de su tensegridad y sobre todo a expensas de la antitensegridad, depende de que las cosas sigan el curso planificado con la mínima desviación posible porque las desviaciones serán más perjudiciales que favorables. Si cada prueba que hacemos nos da información sobre lo que no funciona, empezaremos a acercarnos a una solución porque cada intento se hace más valioso, se parece más a un gasto que a un error. Y, naturalmente, durante este proceso vamos haciendo descubrimientos.

Un perdedor es alguien que después de cometer un error no reflexiona sobre él, no lo aprovecha, se siente avergonzado, se pone a la defensiva en lugar de enriquecerse con esta información nueva y trata de explicar por qué ha cometido el error en lugar de seguir adelante. Las personas así suelen creerse víctimas de enfermedades, de su genética o incluso de la mala suerte.

Lo que está hecho para volar no se apaña bien en tierra, donde está obligado a caminar.

La ilusión fundamental de la vida nos dice que la aleatoriedad es peligrosa, es mala y hay que eliminarla. Nada más alejado de la realidad. Para todo ser autónomo, un error pequeño (que no sea irreparable) es información, una información valiosa que le guía en su adaptación. Evitar los errores pequeños hace que los grandes sean más graves. Los sistemas antitensegriles salen mal parados cuando se ven privados de sus variaciones naturales. Hay que trabajar más en sumar variabilidad motriz.

Los peligros del control excesivo se puedan generalizar a muchos otros ámbitos ayudando a poner en evidencia la pseudoestabilización y la tensegridad a largo plazo que puede estar oculta. Un sistema no es estable porque no pierde el equilibrio, esa falsa creencia es otorgar rigidez, y la rigidez lleva a perder la movilidad. Inyectar un poco de confusión suele estabilizar los sistemas.

Cuando un sistema se atasca en un punto muerto peligroso, solo la aleatoriedad lo podrá liberar. La ausencia de aleatoriedad equivale a una muerte segura. La aleatoriedad la otorgan los movimientos laterales y paralelos, que es generar movimientos diferentes en rangos posibles y fisiológicos.

Inyectar ruido aleatorio en un sistema para mejorar su funcionamiento se ha aplicado en muchos campos, mediante un mecanismo denominado: resonancia estocástica. La Resonancia Estocástica es un fenómeno en el cual la respuesta de un Sistema Dinámico a una Perturbación Externa es optimizada por la presencia de un cierto nivel de Ruido. Los sistemas caóticos se pueden estabilizar añadiéndoles aleatoriedad, sumando posibilidades motoras, tanto de rango como de flexibilidad y calidad.

Parte del mundo actual consiste en estudiar todos los detalles del todo que nos lleva a creer en la dominación del entorno, el alisamiento sistemático de las irregularidades del mundo y la represión de la volatilidad y los estresores por parte del ser humano. La modernidad equivale a extraer sistemáticamente a los seres humanos de su ecología cargada de aleatoriedad y privarlos de movimiento, para llevarlos al sedentarismo y los beneficios de la quietud.

No debemos estar ciegos a la antitensegridad natural de los sistemas, debemos reprimir la tendencia a dañarlos y fragilizarlos negándoles la ocasión de moverse. La procrastinación es una defensa natural consistente en dejar que las cosas sigan su curso y ejerzan su antitensegridad. Para lograr la antitensegridad hay que dejar que lo natural actúe por sí solo. No inhibir a los niños ya desde pequeños a correr, saltar, bailar y moverse sin parar.

La forma de mejorar la tensegridad es con una buena dosis de antitensegridad, la postura se beneficia de lo dinámico, del movimiento. La postura es la relación de los segmentos corporales entre si, entre dos movimientos consecutivos. La antitensegridad consiste en combinar paranoia y agresividad: reducir lo desfavorable, protegerse del daño extremo y dejar que lo favorable, los cisnes negros positivos, se ocupen de sí mismos. Prepárate para lo peor, porque lo mejor se encarga de si mismo.

Nunca llegaremos a conocernos si no afrontamos opciones y elecciones. Somos parte de la evolución de la especia humana. La evolución puede crear objetos muy sofisticados sin necesidad de inteligencia gracias a una simple combinación de opcionalidad, algún filtro de selección y algo de aleatoriedad. La opcionalidad puede sustituir a la inteligencia.

Asumir riesgos es ponerlo en práctica, moverse. La clave es que lo importante solo puede revelarse por medio de la práctica. El método del ensayo y el error tiene un valor fundamental que no se entiende: no es aleatorio porque, gracias a la opcionalidad, exige algo de racionalidad. Hay que ser inteligente para reconocer el resultado favorable y saber qué descartar. Con cada ensayo y cada error nos acercamos a algo, suponiendo que sepamos qué buscamos exactamente. Con cada intento que acaba en error podemos averiguar poco a poco hacia dónde ir.

La complejidad nace de la necesidad y el éxito surge de las dificultades. La pobreza crea experiencias. Es importante detectar las verdaderas fuentes de conocimiento: percepción, mente, sensaciones, sensibilidad profunda.

Nuestra tensegridad necesita más información que la antitensegridad. Estamos diseñados para movernos, la falta de movimiento es una condición rara, disfuncional y hay que generar mucha sabiduría para sobre llevarla. La vida consiste en aprender a moverse para hacer cosas. Sólo son libres los autodidactas. De alguna manera la variabilidad de movimientos nos potencia las inteligencias. Evitar el aburrimiento es la única forma de actuación que vale la pena. Si no, la vida parece vacía.

La mayor contribución al saber consiste en eliminar del mismo aquello que creemos que está equivocado: epistemología sustractiva. Sabemos mucho más de lo que está mal que sobre lo que está bien, el conocimiento negativo es más robusto frente al error que el conocimiento positivo. El conocimiento crece por sustracción mucho más que por adición, dado que lo que hoy sabemos puede demostrarse correcto más adelante. La antitensegridad se consigue a base de sabiduría.

Soy consciente que las personas se curan solas, pero en muchas ocasiones necesitamos ayuda ya sea para eliminar un agente patógeno o para eliminar perturbaciones que evitan la recuperación. Incluso para guiar el reaprendizaje de actividades de la vida diaria, optimizar la capacidad física y desarrollar la persona. Esas perturbaciones a veces son necesarias, las podemos ver como obstáculos a vencer, entonces, no las eliminaremos, sino que las transformaremos en estímulos. Así desarrollaremos el cuerpo como un sistema equilibrado de tensegridad y antitensegridad. El sedentarismo atenta contra ese equilibrio, así como la mayoría de las enfermedades de la modernidad provienen de los adelantos tecnológicos y la comodidad humana.

 

Tensegridad vs. Antitensegridad

Tensegridad

Antitensegridad

Fibras colágenas presente en el cartílago, TCNE.

Esqueleto del citoplasma.

Trabéculas óseas.

Espacio articular

Nervios periféricos

Vainas sinoviales y bolsas serosas.

Tejido adiposo.

Sangre.

LCR

Mucosas

Núcleo celular.

Sólido

Elástico

Líquido

Viscoso

 

Se mueve poco o casi nada, sostiene, se deforma poco.

Se mueve mucho o bastante, fluye, se deforma mucho, toma la forma del recipiente que lo contiene.

Patología: impotencia funcional para sostener una postura, por deformación plástica o ruptura estructural. Trastornos del sedentarismo.

Patología: movimientos compensatorios viciosos, efecto acumulativo deformante.

Fuerza o debilidad

Movimiento como conexión o transporte.

 

Comentarios

  1. Que interesante !!! Gracias !! Porsupuesto lo volveré a leer para comprender mejor ....indudablemente fue un buen stresor !!!!!

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